INFORME NACIONAL
Un estudio determinó que 4 de cada 10 adolescentes apuestan en casinos online
Tres de cada cuatro apostadores reconoce que puede convertirse en una adicción. Estuvo a cargo de especialistas, universidades y ONG’s.
Como una tormenta de gordas nubes grises que están a punto de descargar su furia sobre la ciudad, así de amenazante se cierne un vicio creciente por encima de miles de jóvenes puntanos. Se extiende de teléfono en teléfono, se puso de moda gracias a atractivas promociones y endulzó a chicos con dinero hasta convertirse ahora en un peligroso vicio de difícil retorno. Se trata del juego, las apuestas online a las que cualquiera puede acceder con cualquier teléfono celular conectado a internet, simples herramientas para bajar las múltiples apps que llaman a pibes a entrar en un casino virtual que, seguramente, les costará abandonar.
Alertados por el peligro que conlleva esta maliciosa picardía de las empresas dedicadas a los juegos de azar que ahora apuntan a los adolescentes como lote a cautivar, especialistas en política y comunicación realizaron un inédito relevamiento en todo el país que arrojó datos alarmantes sobre la adicción a las apuestas on line que ya atraparon a cientos de miles de chicos menores de edad. Los pibes, a través de sus teléfonos, apuestan hasta cuando están en la escuela. No solo en los recreos, también dentro del aula.
El estudio, realizado desde fines del año pasado, denominado “Apostar no es un juego” llegó a 360 localidades de las 24 provincias argentinas y el resultado provoca escalofríos: 4 de cada 10 jóvenes apuestan vía internet en distintos juegos de azar con mucha frecuencia y 3 de 4 apostadores admitieron que es tal su hábito que podría transformarse en una adicción.
Con la ayuda de ONG, universidades, municipios, gobiernos provinciales y dirigentes políticos, los licenciados Constanza Alonso, Fernando Cabani y Martín Romeo realizaron consultas a más de 9 mil personas de ambos sexos de entre 15 y 29 años de todo el país, incluso San Luis.
Para entender la peligrosidad vale aclarar que dentro de las apuestas online hay dos grandes grupos: los casinos online, que replican los juegos de las salas presenciales, y las apuestas deportivas. Entre esas últimas las chances de apostar son infinitas: van desde un resultado de un partido de fútbol, los autores de los goles, la cantidad de tiros al arco, o si tal o cual futbolista pateará al arco durante el partido de su equipo. También entra en juego hasta la cantidad de tiros de esquina que se ejecutarán.
La enorme diferencia en favor de las empresas que fomentan estas conductas respecto a los casinos presenciales es que no requiere que los apostadores se dirijan a un lugar determinado y bajo horarios específicos. En las app pueden apostar las 24 horas, todos los días de la semana sin moverse de su casa o, incluso, de la escuela tal como lo advierten hace tiempo docentes y directivos de cientos de colegios de todo el país.
El gran “gancho” para que cientos de miles de chicos entren al vicio de los juegos de azar radica en que, por tratarse de una app on line, nadie necesita billetes o dinero físico que al apostador puede despertarle la conciencia de que está gastando sus ingresos. Aquí todo se maneja con tarjetas de crédito, débito o billeteras virtuales lo que alienta que el apostador no detenga sus impulsos a la hora de apostar y gaste permanentemente sus ingresos sin “sentir” que lo malgasta.
Para peor, las app tienen tutoriales a disposición de los nuevos apostadores para explicarles en qué consisten cada uno de los juegos. O, como ocurre en las escuelas, los chicos se asesoran unos a otros sobre cómo apostar, lo que incrementa la cantidad de clientes para esas empresas. El malicioso hábito se ha convertido en una moda y una manera de intentar conseguir dinero fácil, sin tener en cuenta el alto riesgo para su salud.
Según el estudio “Apostar no es un juego”, en Argentina, el 30% de la población tiene alguna vinculación con el mundo de las apuestas y 7 de cada 100 personas son consideradas adictas. Análisis internacionales revelan que, mientras que a un adulto le puede tomar hasta siete años convertir la costumbre de apostar en ludopatía; a jóvenes puede tomarles sólo dos años volverse adictos.
En el país los números son duros en torno al alcance de la ludopatía: en cuanto a la frecuencia de juego el 10,1% de los apostadores juega todos los días y el 11,3% lo hace entre cuatro a seis veces por semana.